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47. Panteón Rotondo Nicolau

Ntra. Sra. del Juncal 46
  • Año: 1940
  • Propietario: Emilio Rotondo Pebrez
  • Empresa constructora: Altuna, marmolistas

La sepultura de Teresa Nicolau y de su hijo Adriano hasta 1940 estaba en la calle San Lorenzo 94. El monumento, levantado en 1895, era un dolmen obra del maestro de obras Matías Arteaga. Su lápida recuerda a lascas clavadas que aún hoy podemos contemplar, delimitando propiedades, en nuestros valles y montañas. Las cadenas y columnas de hierro, éstas con remate en flameros, son restos del antiguo monumento.

Teresa Nicolau y Parody, 1817 Madrid - 1895 San Sebastián. Hija del secretario honorario del rey Fernando VII, Isidro Nicolau, y de Concepción Parody, hija del cónsul de las dos Sicilias. Sus dotes pictóricas junto al hecho de que su padre conociera al pintor de cámara del rey, Vicente López Portaña, le permitió ser discípula de éste. Se especializó en el arte miniaturista y del retrato "mereciendo un puesto entre los primeros miniaturistas españoles y extranjeros" como reconociera Pelayo Quintero en 1907. Se le concede un pensionado real y en 1838, con veintiún años, fue nombrada Académica de Honor de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la de San Carlos de Valencia. En la exposición de 1866 consigue una Mención de Honor de primera clase con la miniatura "Jesucristo con la cruz a cuestas", copia de la obra homónima de Sebastián del Piombo. Alumna y maestro se retrataron mutuamente, en el Museo Lázaro Galdeano hay un retrato titulado "Vicente López" atribuido a Nicolau y en el del Prado un retrato de la joven Teresa por Vicente López. Entre su extensa obra destaca La Sibila de Cumas, copia de un cuadro de "il Dominiquino", y la Virgen, El Niño Dios y San Juanito, copia de otro, pintado por Jordán. Además de sus dotes pictóricas dominaba varios idiomas, era instruida en literatura e investigadora histórica, aficiones todas ellas compartidas también por su marido Antonio Rotondo y Rabasco, Caballero Gran Cruz de Carlos III. Hombre polifacético pues a su cargo de dentista de la Casa Real, nombrado en 1830, se añade el de pintor, literato, dominio de cinco idiomas y músico. De todas estas aptitudes ha dejado una importante obra. A sus hijos, Emilio y Adriano, transmitieron la vocación hacia la historia y la arqueología.

San Sebastián era, desde hacía mucho tiempo lugar de veraneo de Teresa y aquí la muerte le sobrevino un 13 de agosto de 1895 en su residencia de la calle de la Marina.

En 1917 fallece en San Sebastián su hijo Adriano Rotondo Nicolau. Fue, como se lee en la lápida, Cónsul de España en Rumanía y Casablanca. Pero también figura como anticuario y secretario de la Real Academia de la Historia en 1872. Desde 1882 a 1898 está en Marruecos y aprovecha a estudiar los posibles yacimientos arqueológicos. Hubo que esperar a 1913 para que presentase un camafeo hallado en Larache a la Real Academia de la Historia. Entre sus obras: "Un camafeo de Larache" y "La cueva de Cervantes"

Teresa Nicolau como devota de Santa Teresa pidió fuera amortajada con el hábito de la religiosa. A pesar de disponer del título de Académica, como otras tantas mujeres, nunca se le habilitó para dar clases dentro de la Academia. 

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