Ruta de navegación
Puntos de Visita Superior
Puntos de visita del cementerio de Polloe
Publicador de contenidos
23. Francisco Grandmontagne
- Historia
Francisco de Grandmontagne y Otaegui *1866, Burgos +1936 San Sebastián.
Escritor de la llamada Generación del 98. Su padre Javier de Grangmontagne, fue un herrero francés que cruzó la frontera en busca de trabajo. Casó con Benita Otaegui, marchando a Burgos por cuestiones de trabajo. A los doce años, Francisco será enviado a Fuenterrabía, a la casa de su tío materno, Claudio Otaegui, persona culta que influyó favorablemente en la formación intelectual de Francisco.
A los veintiún años emigró a Argentina. Allí trabajó en labores del campo. Con el tiempo se convirtió en periodista, vocación por la que sentía verdadera pasión llevándole a fundar y a dirigir la revista ‘La Vasconia', junto a José Rufo Uriarte. Esta revista, editada en Buenos Aires, llegó a difundirse en los hogares de emigrantes vascos residentes en Argentina, Uruguay, Paraguay o Chile e incluso llegó al País Vasco. Firmaba bajo el seudónimo de Luis Jaizquibel. Compaginó su trabajo en la revista ‘La Vasconia‘, con colaboraciones en periódicos como ‘El Tiempo' o la revista ‘Caras y Caretas'. Escribió cuentos, ensayos y novelas. Su primera novela fue ‘Teodoro Foronda' 1896-1897, a la que seguiría ‘La Maldonada' en 1898. Mantuvo con el rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, una gran amistad epistolar, promocionando la obra de éste, desde Argentina. Años después el historiador José Ignacio Tellechea publicaría esta correspondencia. A lo largo de su vida como periodista, realizó más de doscientas biografías de escritores, artistas, religiosos, aventureros, etc. Muchas de ellas, eran de personajes relevantes, hijos de emigrantes vascos. En su obra exaltó la perseverancia y el esfuerzo del pueblo vasco.
A su regreso a España, se instaló primero en Madrid, trasladándose posteriormente a San Sebastián, donde colaboró con diversos periódicos.
A pesar de su ideología, pues era republicano liberal, aceptó de buen grado, incluso con esperanza, la dictadura de Primo de Rivera. Esta postura marcó el fin de su amistad con Miguel de Unamuno.
Encontramos en el panteón de Grandmontagne, una placa de bronce enviada por sus compañeros y amigos del diario argentino para el que trabajó como corresponsal durante más de tres décadas.