Situado en una de las zonas altas de la ciudad, todo en los jardines que rodean al palacio de Aiete respira una serena belleza natural. Como otros parques históricos de la ciudad, éste también fue diseñado por Pierre Ducasse a finales del siglo XIX, en este caso, por encargo de los Duques de Bailén.
El espacio muestra una rica colección de árboles, con más de un centenar de especies y variedades diferentes, algunas verdaderamente curiosas. En la parte alta se encuentra el estanque, en el que los cisnes nadan elegantemente y las tortugas sestean al sol. Desde allí surge un arroyuelo que se hace cascada sobre la cueva artificial y continúa su descenso por una vaguada, formando remansos y pequeños saltos de agua.
Los jardines, de clara inspiración romántica, están cuajados de macizos florales distribuidos entre prados en los que sentarse a contemplar la vida. La finca, además del palacio
neoclásico que alberga la Casa de la Paz y los Derechos Humanos, posee otras edificaciones destinadas a usos culturales.