Este paseo ajardinado, que se extiende entre Alderdi Eder y el parque de Miramar, bordea la bahía en una deliciosa ronda para recorrer a pie o en bicicleta.
Los bancos dispersos entre tamarices permiten una visión incomparable de la isla de Santa Clara, varada en el azul del mar. A los pies de su elegante barandilla, creada en 1916 por el arquitecto Juan Rafael Alday y convertida en seña de identidad de la ciudad, se extiende la concurrida playa de La Concha, cuyo acceso está flanqueado por dos obeliscos dotados de barómetro y reloj.
En un extremo del paseo se encuentran los jardines de la plaza de Cervantes, presididos por una escultura de Don Quijote y Sancho, obra de Lorenzo Coullaut Valera. Se le ha añadido una peana de bronce,
alegórica a la variedad de peces del Cantábrico, realizada por Zigor García.
La Perla, el centro de talasoterapia ubicado a orillas del arenal, recuerda permanentemente el motivo por el que Isabel II eligió San Sebastián como ciudad balneario.